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Qué hacer cuando un cliente no termina de pagar y la importancia de la letra menuda

Me tomé mi tiempo antes de escribir este artículo, precisamente para convertirlo en una reflexión que sirva e inspire a otros profesionales que prestan servicios digitales como yo, y puedan fortalecer su negocio.

Me hubiera encantado que este aprendizaje fuera menos incómodo, y que no me hubiera afectado tanto administrativamente; pero imagino que por la misma razón es que estoy tomando las medidas necesarias.

Sucedió que un cliente decidió desaparecer sin pagarme el saldo del proyecto, o sea que trabajé por la mitad del precio acordado.

De hecho es la segunda vez que me pasa este año, con lo cual deja de ser un caso aislado para ser una «vulnerabilidad en el proceso» que definitivamente pienso resolver, como explicaré más adelante. Así como para ponerlos en contexto les cuento cómo fue:

Primer caso: Una supuesta «agencia» me pide migrar todos los sitios web de sus clientes a otro hosting, a un precio simbólico considerando que ya habíamos hecho varios proyectos juntos con buenos resultados, y creer ingenuamente en la famosa frase de «ayúdame con esto que vienen buenos proyectos». Pasó el tiempo, le pregunté por el pago, dio la cara un par de semanas, tuvo un problema de plata con un evento que realizó y coincidencialmente se fue para México por unos días. Desde de eso no volví a saber del tipo.

Segundo caso: Cotizo dos sitios Web (Una tienda online y un sitio corporativo) a muy bajo precio, intuyendo que el cliente tenía potencial para crear una relación comercial a largo plazo; básicamente le coticé la tienda y le regalé el sitio corporativo. Así que fui publicando la tienda (en contra de mis propias reglas, donde la publicación depende de que el proyecto se encuentre saldado en su totalidad) y después de dos meses preguntando por el pago, dejaron de responder.

Sobra decir que la frustración y rabia que produce estas situaciones es enorme, sobre todo cuando uno vive de esto, y apuesta para que en efecto, le dé para vivir.

No sé si existe esa percepción de que hacer sitios web es tan fácil que los que trabajamos en esto lo hacemos por hobby, o que el hecho de dar soluciones eficientes e inmediatas da la percepción de que es tan fácil que uno se da el lujo de cobrar lo que quiera. El punto es que este par de clientes me dio una serie de pautas muy interesantes para lograr que diseñar y desarrollar sitios web sea sostenible, al igual que cualquier cosa en la que uno trabaje para vivir.

Frente a una situación en la que pasan varias semanas y su cliente pierde la seriedad con la que le pagó el anticipo, le tengo algunos consejos útiles y muy sensatos.

Personalmente, siento que cuando un cliente no paga y desparece el golpe más duro se siente en el ego, porque en mi caso pienso cosas como: «Yo a mis cuarenta y pico y todavía me dejo meter estos goles» ó «Debería tumbarles el sitio y poner un banner que diga que el sitio no funciona por falta de pago» como me recomendó mi suegro, que por cierto le funcionó muy bien en su momento.

Sino que tengo como filosofía capitalizar el fracaso, prefiero compartir lo que he aprendido de estas experiencias, por que es inevitable lidiar con personas personas deshonestas laboralmente, y mucho más cuando uno es independiente; pero también estas cosas suceden con un propósito, que es mucho más valioso que la plata:

  1. El que no quiere pagar no lo va a hacer, a menos que lo necesite. Todos los productos que requieren sistemas para funcionar (vehículos, tecnología, hospedaje, etc.) tarde o temprano requieren mantenimiento, y quién mejor que el fabricante del producto para brindar el servicio adecuado; pero pues si no hay paz y salvo es mejor no continuar. Para no entrar en este estado bochornoso de andar cobrando cada 8 días es mejor desestimar el proyecto y enfocarse más bien en cómo desarrollar nuevas oportunidades para recuperar lo perdido; es mucho más sano para la salud mental y espiritual.

  2. En una cultura donde la astucia prima sobre la honestidad, lo mejor es la letra menuda. Cuando yo presento una propuesta comercial, hay un texto donde especifica que al aprobar la propuesta se asume que está de acuerdo con los términos y condiciones de mis servicios. Me puse a revisarlos y sí, en efecto podría bajar los sitios del aire hasta resolver el tema de pagos y demás (como indica el punto 3.3) pero me parece mejor asesorarme en detalle con un abogado especializado y redactar este documento con mejor respaldo legal. La gran moraleja en este punto es que un contrato se convierte en una herramienta esencial para escalar este tipo de situaciones a una entidad competente (Superintendencia, defensoría del consumidor, oficina de trabajo) en el caso que desafortunadamente se presente, de lo contrario no hay ningún soporte para demostrar el incumplimiento de ambas partes en el ejercicio (esto también aplica para nosotros como prestadores del servicio).

  3. Existe una dependencia en el universo que se encarga de equilibrar todas las acciones e intenciones de las personas. Se llama «Karma». Es difícil superar la frustración que produce perder el trabajo y esfuerzo invertido en un proyecto, que alguien más decide no compensar adecuadamente, por las razones que tenga. Pero de nuevo, es solo plata que se pierde pero regresa en forma de nuevas oportunidades, e imagino que funciona de manera contraria para quien no quiso pagar. Pero ya es un tema muy profundo para este artículo.

Para concluir, da la casualidad que otra cliente es abogada especializada en estos temas, y estamos trabajando precisamente en un documento que permita a los profesionales independientes contar con más y mejores garantías a la hora de prestar servicios profesionales, así como definir de manera objetiva el alcance de sus funciones y deberes dentro del proyecto. A esto lo llamo una gran oportunidad.