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Los clientes hacen ghosting y no saben cuánto nos afecta

El Ghosting es un término técnico para explicar la desaparición repentina y absoluta de una persona en cualquier relación. De repente, todas las promesas y expectativas sobre el éxito del proyecto, llámese noviazgo, amistad, o negocio, parecen disolverse entre el desconcierto, la tristeza y la ingenuidad cuando uno de los componentes esenciales de tanta maravilla, desaparece del mapa dejando un rastro de evasivas y excusas.

Pero como no soy psicólogo (al menos no certificado), lo pongo de esta manera: Cuando un cliente le hace Ghosting a un prestador de servicios profesionales independiente, el impacto en su frágil estructura administrativa y financiera es enorme porque los tiempos de entrega son cruciales para que un proyecto sea rentable como independiente; si un cliente desaparece en medio de la ejecución de su proyecto, para el momento en que reaparece para «retomar actividades», seguramente estamos ocupados buscando opciones para cubrir las obligaciones atrasadas que nos dejó su ausencia.

Tengo algunas alternativas para evitar al máximo que el ghosting de cliente acabe con mi negocio

Como adultos responsables que somos, concordamos en que no hay nada más agobiante que una promesa de pago incumplida, ya sea porque no nos pagaron, o porque no podemos cumplir con una obligación debido a lo anterior. Así que después de cinco clientes que me hicieron Ghosting en los últimos dos meses, les comparto cuatro soluciones que me han permitido minimizar el impacto de esta situación (sin decir con esto que pude solucionar sus efectos):

1. Cobrar por adelantado

Funciona, pero tiene el problema de que el proyecto debe terminar en algún momento, y queda a merced del cliente. Ya sea en dos meses o en dos años, usted debe responder por el producto terminado. Es como venderle el alma al cliente, prácticamente.

2. Manejar una política de anticipo

Yo siempre inicio los proyectos con el 70% del precio total, y el 30% restante previo a la publicación del sitio web. Ha sido la solución más «estable», pero he perdido muchos saldos pendientes porque los clientes desaparecen; cuando regresan, ese 30% ya lo estoy debiendo.

3. Definir alcances y etapas

Al menos con los sitios Web, sucede que los clientes tienen muy claro el futuro de su negocio en el mercado digital, pero no cuentan con los recursos en el presente para llegar ahí; o pierden la perspectiva cuando ven el sitio con información o productos que todavía no tienen. Un alcance es definir el precio por llegar hasta un punto específico, y cuando resuelvan lo que les falta para continuar o crecer, se define otra etapa y otro presupuesto.

4. Implementar un seguro o cláusula de cumplimiento

En otras culturas (o países) donde la ética permite cumplir con compromisos y reglas, la póliza es una formalidad; pero aquí, donde la «bacanería» mezcla la astucia y la deshonestidad en la misma bolsa, conviene dejar claras las razones por las cuales un proyecto podría costar más. Aunque la verdad, no creo que un cliente acepte pagar más por lo mismo, así su demora sea la razón de este sobrecosto.

Para más detalles sobre cómo me curo en salud con estos asuntos, lean mis términos y condiciones del servicio.

Para cerrar

Seguramente lo mencioné en otro artículo, y es que llevo muy poco tiempo trabajando como marca personal. A pesar de cumplir ya 20 años de experiencia en el medio digital, fue hasta el año pasado que decidí lanzarme al ruedo como mi propia marca; y me ha gustado bastante, ya que mi gran frustración cuando trabajaba para terceros (como diseñador, desarrollador, productor y gerente de proyectos) era la dificultad para ser innovador y productivo, debido a las interminables reuniones y competencias de ego que ocupaban la mayor parte del día a día.

Ahora que tengo mi propia marca, puedo demostrar todo lo que no podía hacer en su momento; y también puedo opinar sobre lo que pocos prefieren evadir

Sin ser irreverente, valga la aclaración. Existe un momento muy breve en las conversaciones, donde los empleados e independientes coincidimos en que el éxito de la mayoría de proyectos depende más del ritmo que del presupuesto; porque casi nunca hay tiempo para hacer las cosas bien, pero sí hay tiempo (por lo general en la noche o los fines de semana y sin cargo adicional) para corregir lo que salió tarde o salió mal.