Desde muy joven (por allá en 1987) recuerdo haber tenido una relación especial con la tecnología, que básicamente definió mi vocación hasta el día de hoy. Por alguna razón, la tecnología nunca me ha «descrestado» en sus inicios sino después del tiempo, cuando empieza a aplicarse en áreas y situaciones para los cuales no había sido desarrollada en sus inicios.

Y parece que por fin, después de un torpe intento en los noventa, contamos con la tecnología necesaria para hablar sobre realidades alternas; sea virtual, aumentada o mixta.

Recuerdo que a mediados de los noventa había cierto boom sobre la virtualización, como resultado de la integración de los computadores multimedia a la vida doméstica; entonces comenzamos a escuchar sobre enciclopedias, oficinas y juegos (como Solitario) que antes dependían de una mesa o un espacio físico, pero desde ahora podían manipularse desde un computador.

Sobra decir que hoy en día, ya superamos la barrera tecnológica que dificultaba lograr que estas experiencias virtuales fueran creíbles. De hecho, el problema es que cada vez es más difícil prescindir de la tecnología en nuestra cotidianidad.

Con este tema de la realidad virtual, metaversos y realidad aumentada, es obvio que su potencial se encuentre en todo aquello que genere ingresos, como el marketing y la publicidad.

Pero aquí entre nos, creo que su aplicación es mucho más significativa al enfocarla en reconstruir lo que acostumbramos olvidar, o que recordamos porque alguien nos lo ha contado: El pasado.

Los multiversos y experiencias de realidades alternas, llámese virtual, mixta o aumentada, buscan por lo general presentarnos ideas paralelas de lo que conocemos actualmente, pero no he escuchado propuestas serias sobre reconstruir lugares o eventos de lo que no pudimos conocer porque ya no existe. Existen cientos de lugares, monumentos y eventos históricos cuyo significado nos permite comprender nuestro presente, y por ende nos permite adquirir un mejor criterio para construir el futuro; por eso me fascina la idea de utilizar estas herramientas para investigar y aprender sobre aquellas épocas donde supuestamente todo tiempo pasado fue mejor, pero que de pronto así lo percibimos porque fue la manera más conveniente de contarnos la historia.

Obviamente, no iba a escribir sin tener un ejemplo
que respalde mi punto de vista

Este es mi primer proyecto de Realidad Aumentada, donde creé una «Píldora de historia» acerca de los Petroglifos y el arte rupestre.

Llevaba meses buscando el momento para trabajar en este proyecto, y hasta hace poco tuve la oportunidad de enfocarme y sacarlo adelante. La idea es que las personas puedan explorar y conocer un poco sobre el significado y características de los Petroglifos prehispánicos a través de un efecto que pueden descargar desde las redes sociales. Como productor, es el prototipo que precede una cantidad de ideas que tengo al respecto, que iré desarrollando en los meses que vienen.

Más información sobre este proyecto aquí: https://petroglifosdeguasca.com/proyecto-ar/

Y claro, la idea es convertir estos proyectos en negocios rentables

El hecho de desarrollar proyectos, cuya finalidad es que las personas tengan acceso a esta información de manera gratuita y con fines educativos, no quiere decir que lo haga por amor al arte (no puedo darme ese lujo todavía), pero sí me parece importante destacar mi interés por la trascendencia de los proyectos; es decir, que tengan implícita una intención más profunda y no se limiten al aburrido y predecible ejercicio de vender.