Podría decir que el tiempo de producción de un sitio web depende de su complejidad y tamaño, pero haciendo un balance de los proyectos que he realizado en el último año, no tiene nada que ver.
En un proyecto web, la complejidad técnica no es el factor que determina cuánto puede tardar la producción del mismo; lo que realmente tiende a dilatar la culminación de los proyectos, independiente de si es un cliente propio o una entrega para un tercero, es la gestión de la información por parte del cliente.
Lo cual me hace pensar sobre el presente y futuro de la producción web, donde su éxito radica en la optimización de recursos.
Actualmente, me encuentro trabajando en un proyecto cuyo cliente es un profesional con experiencia (al igual que yo pero en otro medio) que está desarrollando su negocio digital a través de un sitio web. La experiencia ha sido enriquecedora en muchos aspectos, con un flujo de trabajo lento pero seguro; me ha llamado mucho la atención, porque a diferencia de otros proyectos que tengo como proveedor de agencias digitales, cada paso que hemos dado en el proceso ha sido preciso y valioso, mientras que con los equipos de trabajo de las agencias los proyectos parecen interminables.
Pensaba puntualmente en por qué la producción es tan fluida cuando intervienen menos personas, si en teoría, cinco cabezas piensan mejor que dos. Y encontré una razón contundente: Son pocos los que desarrollan la habilidad de escuchar.
Escuchar en este contexto significa comprender e intuir el enfoque del negocio durante una conversación, para dar un diagnóstico acertado.
Y la verdad es que ese cargo no suele ser muy común en una empresa, si es que existe. Por lo general, un proyecto web inicia con requerimientos abstractos, que se exponen en una reunión con no menos de cuatro personas, y se materializan en una persuasiva presentación que si se aprueba, pasa al equipo de diseño, donde se presenta un boceto del sitio web con contenido ficticio o Lorem Ipsum, como se conoce en el medio.
El asunto, es que pueden pasar semanas o meses antes de tener estos contenidos aprobados y listos para producción.
Y comienza un inquietante proceso, en el cual las solicitudes y respuestas entre cliente y agencia van y vienen, dejando varios aspectos técnicos importantes en el camino; tras varios días y largas cadenas de mensajes está todo casi listo, pero hay dos temas pendientes cuya aprobación puede tomar otro par de semanas adicionales.
Lo cual me hizo recordar la razón por la cual decidí independizarme años atrás. No fue para ganar más o trasnochar menos; fue porque quería ser más preciso.
Es que el tema me apasiona, llevo haciendo web desde el siglo pasado. Lo que me gusta hoy en día de trabajar como productor independiente, es tener la oportunidad de escuchar, en el sentido más profundo de la palabra, la situación de negocio de mis clientes para apoyarme en mi experiencia y proponer una solución precisa, de la manera más eficiente posible que es de uno a uno. Me gusta, porque descubro que como yo, muchos profesionales comparten este estilo de trabajo y encuentran en las herramientas digitales suficiente respaldo para operar como independientes.
Y bueno, sobra decir que los honorarios de un solo experto siguen siendo más económicos que los de un equipo de tres o más personas para entregar el mismo resultado.